Durante los días 10 y 11 de febrero, el majestuoso Grand Palais de París se convirtió en el epicentro de una de las discusiones más trascendentales de nuestra era: la IA Summit 2025. Con la ambiciosa aspiración de consolidarse como la tercera potencia mundial en inteligencia artificial, Francia convocó a jefes de Estado y de Gobierno, líderes de organizaciones internacionales, académicos, investigadores, representantes de ONG y diversos actores de la sociedad civil. En la cumbre se abordaron cuestiones cruciales sobre la incidencia de la inteligencia artificial en la seguridad nacional, la economía y la gobernanza global.
Uno de los hitos más significativos del evento fue la firma de una declaración conjunta por parte de 61 países, en la que se abogó por el desarrollo de una IA “abierta, inclusiva, segura, protegida, confiable y transparente”, con miras a la sostenibilidad para las personas y el planeta. Sin embargo, la ausencia de Estados Unidos y el Reino Unido en la lista de firmantes generó un fuerte debate sobre las divergencias en la regulación de esta tecnología. A pesar de que China aseguró su respaldo a la declaración, la negativa de dos de las economías más influyentes del mundo evidenció las profundas diferencias en la estrategia global para la IA.
El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, expuso las reservas de su país al argumentar que una regulación excesiva podría sofocar la innovación en un sector en plena expansión. “La IA debe permanecer libre de perjuicios ideológicos”, enfatizó, señalando que normativas como la Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea y las regulaciones del RGPD han generado costos de cumplimiento inaceptables para las empresas emergentes. De manera similar, el Reino Unido justificó su negativa a suscribir la declaración debido a la falta de “claridad práctica” en torno a la gobernanza global y la seguridad nacional.
Resultó sorprendente la postura de China, que respaldó la declaración a pesar de las crecientes preocupaciones sobre la transparencia y seguridad de sus desarrollos en IA. El reciente lanzamiento de DeepSeek, su alternativa a ChatGPT, ha sido objeto de controversia debido a las restricciones impuestas en diversos países por motivos de seguridad y protección de datos, como fue el caso de Italia. Este respaldo por parte de China se interpreta como una estrategia para consolidar su liderazgo en la carrera por la inteligencia artificial, a pesar de las críticas sobre su manejo de la privacidad y los derechos digitales.
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